Desde la inolvidable Annie Hall hasta El club de las primeras esposas, el talento, el encanto, el carisma y el magnetismo en pantalla de Diane Keaton son innegables. Por encima de todo, la convirtieron en una de las actrices más queridas, respetadas y duraderas de la industria, una de las pocas que ha dejado huella en Hollywood.
Su fallecimiento deja un enorme vacío en la cultura popular, pero también pone de relieve una de las pasiones quizá menos conocidas de la actriz: su dedicación a preservar el patrimonio cultural de la ciudad . Su trayectoria comenzó con un profundo aprecio por las casas históricas, incluida su propia residencia diseñada por Lloyd Wright, comoexplica Variety .
Según The Architect’s Newspaper , su labor de conservación empezó en su propia casa, cuando en 1982 compró y restauró cuidadosamente la Casa Samuel-Novarro de 1928, diseñada por Lloyd Wright, una impresionante joya del renacimiento maya escondida en las colinas de Los Feliz.
Lo que empezó como un proyecto personal pronto se convirtió en una misión pública y, en los años 90, Keaton se había incorporado a la junta de Los Angeles Conservancy, utilizando su influencia y visibilidad para apoyar campañas de protección de monumentos en peligro. Entre ellos, la Ennis House y el Hotel Ambassador que, pese al esfuerzo de Keaton, no se pudo evitar su demolición en 2005.
También apoyó el Hotel Century Plaza , informóla NBC , abogando por su conservación y ayudando a garantizar que este hito modernista siguiera siendo una parte célebre del paisaje arquitectónico de Los Ángeles.
Su defensa se extendió también al ámbito nacional, formando parte del consejo del National Trust for Historic Preservation y participando en diversas iniciativas de conservación. El compromiso de Keaton con la conservación de la historia de la arquitectura dejó una huella indeleble en Los Ángeles y más allá.