
Puede parecer sacado de una película distópica, pero es probable que alguna vez hayas visto tu calle, el tejado de tu casa o tu coche cubiertos de polvo rosa. La semana pasada se arrojaron miles de litros de esta sustancia desde que comenzaron los incendios forestales de Los Ángeles, pero ¿qué es?
Este polvo vibrante es en realidad un retardante del fuego. Conocido como Phos-Chek, es un producto vendido por la empresa Perimeter. Se utiliza para combatir los incendios forestales en EE.UU. desde 1963 y es el principal retardante de incendios a largo plazo utilizado por el Departamento de Silvicultura y Protección contra Incendios de California.
¿Qué es un retardante del fuego?
Un retardante de incendios es una sustancia diseñada para ralentizar o detener la propagación del fuego y reducir su intensidad. Normalmente actúa desencadenando reacciones químicas que reducen la inflamabilidad de los materiales o retrasan su combustión. Básicamente, los retardantes del fuego bloquean el fuego físicamente o inician un proceso químico que impide que se propague.
¿Cómo actúa el polvo rosa como retardante del fuego?
Según explica The Malibu Times, el polvo rosa está compuesto por un 10% de fosfato de amonio y un 10% de ingredientes patentados, agentes colorantes e inhibidores de la corrosión. Sus tonalidades rojas y rosas sirven de ayuda visual a pilotos y bomberos para identificar las zonas tratadas, aunque el color se desvanece tras unos días de exposición a la luz solar.
Cuando se deja caer, Phos-Chek recubre la vegetación y los terrenos propensos al fuego para ralentizar su propagación. Actúa enfriando y recubriendo los combustibles, agotando el oxígeno y alterando la combustión de los materiales vegetales.
¿Es seguro el polvo rosa ignífugo?
El Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Medioambiental afirma que, aunque los retardantes de llama pueden ser beneficiosos en determinados productos, cada vez hay más pruebas científicas que sugieren que muchas de estas sustancias químicas pueden ser perjudiciales tanto para los animales como para los seres humanos.
Los niños corren un riesgo especial debido al desarrollo de sus cerebros y órganos. Comportamientos como llevarse las manos a la boca y jugar cerca del suelo aumentan las posibilidades de que los niños entren en contacto con estas sustancias químicas nocivas.