Aunque hoy resulte difícil de creer en los años 70 y 80 el futuro de los Juegos Olímpicos pendía de un hilo. Cuando Los Ángeles acogió los Juegos en 1984, transformó un acontecimiento problemático en uno de los más exitosos de la historia olímpica, sentando un precedente para las muchas ediciones que siguieron en las tres décadas siguientes. He aquí cómo Los Ángeles cambió el rumbo de los Juegos Olímpicos.
La crisis olímpica de los años 80
Los Juegos Olímpicos de Montreal de 1976 dejaron a la ciudad con una enorme carga financiera, superando el presupuesto inicial en un asombroso 1200%. La propia Villa Olímpica costó una parte importante del presupuesto total, lo que pone de relieve los sobrecostes del proyecto. La deuda de Montreal por los Juegos tardó décadas en pagarse. Solo la Villa Olímpica costó más de 90 millones de dólares, casi tanto como la estimación original de todo el evento. La deuda de Montreal era tan abrumadora que la ciudad tardó décadas en recuperarse.
La situación empeoró en 1980, cuando losJuegos Olímpicos de Moscú se vieron empañados por un boicot masivo del mundo occidental en protesta por la invasión de Afganistán por la Unión Soviética. Este boicot dejó a los Juegos con manchas políticas y tensiones financieras, representadas humorísticamente en el episodio de Los Simpson de 1992 «La primera palabra de Lisa».
Con estos escándalos y fracasos financieros frescos en la mente de todos, ninguna ciudad parecía dispuesta a albergar los Juegos Olímpicos de 1984. Por aquel entonces, organizar el principal acontecimiento deportivo del mundo parecía una empresa arriesgada, plagada de violencia potencial o de bancarrota. Es decir, hasta que apareció Los Ángeles.
Una solución made in L.A.
Los Ángeles se jugaba mucho al asumir la tarea de albergar los Juegos Olímpicos en medio del escepticismo y los temores financieros. Pero el comité organizador de Los Ángeles tenía unaidea revolucionaria : evitar la ruina financiera… ¿Pero cómo?
En lugar de repetir los costosos errores de sus predecesores, Los Ángeles optaron por utilizar sedes existentes como el Coliseo de Los Ángeles y el Rose Bowl en lugar de construir nuevas y costosas instalaciones. Solo esta estrategia ahorró a la ciudad cientos de millones de dólares.
Cuando se necesitaron nuevas instalaciones los organizadores recurrieron a la financiación privada. Por ejemplo, el Velódromo para carreras de atletismo fue financiado por 7-Eleven, y el Estadio Olímpico de Natación se construyó con McDonald’s apoyo. Este enfoque garantizaba quelos contribuyentes de no soportaran la carga financiera.
Además, losJuegos Olímpicos de Los Ángeles aprovecharon al máximo los lucrativos acuerdos de derechos televisivos, , aumentando sus ingresos de forma significativa. Al final de los Juegos, Los Ángeles no sólo cubrió sus gastos, sino que también obtuvo beneficios. Los Juegos Olímpicos de Los Ángeles generaron el doble de ingresos que los Juegos de Moscú y la asombrosa cifra de cuatro veces más que Montreal.
Un legado de éxito
Cuando se encendió el pebetero olímpico en Seúl en 1988, la preocupación por el posible colapso de los Juegos había disminuido considerablemente. Los Juegos Olímpicos de Los Ángeles de 1984 se consideran ahora los más exitosos de la historia, ya que obtuvieron más de 250 millones de dólares de beneficios y establecieron un nuevo punto de referencia para la organización eficaz de los Juegos.
El éxito de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles de 1984 puede atribuirse a una mezcla de estrategias innovadoras, inversión privada y un profundo conocimiento de los escollos financieros que habían asolado a anteriores ciudades anfitrionas. El comité organizador de Los Ángeles tomó decisiones astutas, asegurándose de quetanto la ciudad como los Juegos salieran beneficiados.
En 1984, Los Ángeles no sólo rescató a los Juegos Olímpicos del borde del desastre, sino que también demostró cómo organizar un gran acontecimiento internacional con perspicacia financiera y un riesgo mínimo. El legado de losJuegos Olímpicos de 1984 sigue sirviendo de modelo para futuros Juegos, demostrando que, con la estrategia y el liderazgo adecuados, incluso los acontecimientos más problemáticos pueden convertirse en triunfos.